Qué
es el Trueque ?
El trueque ha sido una actividad ancestral, practicada por todos
los pueblos primitivos, nuestros antepasados indigenas basaban toda
su economía en el Trueque.
Consiste en intercambiar sin el uso de dinero, productos y servicios
basado en la satisfacción de necesidades mas que en la busqueda
del lucro personal.
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Los Muiscas
y el trueque
La disponibilidad de parcelas en diferentes pisos térmicos
de los Muiscas, les permitió variar su dieta alimenticia y
obtener cosechas durante todo el año escapando así a
los inconvenientes de una agricultura sometida a las helada y granizadas.
Cada cacicazgo contaba entonces con una producción agrícola
variada y abundante que permitía autoabastecerse en las necesidades
alimentarias básicas y producir excedentes de comida, disponibles
para el intercambio: maíz, papa, ají, yuca, piña
y cubios se intercambiaban por oro, sal, mantas, principalmente.
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Se organiza
el trueque
Gracias al alto grado de especialización y diversificación,
los cacicazgos pudieron superar sus límites territoriales expandiéndose
mediante el trueque, realizado en las ferias y mercados. Los más
concurridos eran los de los caciques de Tunja, Duitama y Sogamoso;de
menor importancia eran las ferias de Chocontá,Fusagasugá,
Pasca, Saboyá, Sorocotá y Tinjacá, así
como las de los centros productores de sal y coca, entre otros. Eran
ferias que no estaban abiertas a la participación indiscriminada
de cualquier tribu. La participación se hallaba restringida
a los grupos de lengua chibcha que habitaban la cordillera Oriental
de Colombia.
Guanes y Laches procedentes del norte asistían a los mercados
de Sorocotá y Pisba para realizar su! intercambios y, a la
inversa, los muiscas iban a Oiba y Charalá, en territorio guane,
y hacia Chiscas y Pamplona, en dominios de los laches y chitareros
respectivamente . Los intercambios entre muiscas y grupos de lengua
no chibcha se realizaban en sitios fronterizos y en días específicos,
ahorrando desplazamientos a tierras extrañas, con el consiguiente
riesgo de conflictos interétnicos. A pesar de esto, los artículos
del altiplano circulaban hasta regiones bastante apartadas por conducto
de grupos intermediarios, los cuales, a su vez, hacían llegar
a territorio muisca productos elaborados en tierras muy alejadas.
El trueque de los sueños
Aparte de los artículos mencionados, los muiscas intercambiaban
yopo , tabaco, leña, totumos, miel y cera de abeja, cal, aves
de plumería, cuentas de collar, esmeraldas, figuras de oro
y caracoles. Los totumos aprovechados como recipientes de tabaco o
coca y como utensilios domésticos, provenían en su mayor
parte de Támara y Tecasquirá --en el piedemonte llanero,
donde era usual adquirirlos a cambio de mantas-. Miel y cera, por
su parte, se conseguían en esta misma región, aun cuando
los sutagaos también la producían y canjeaban con los
muiscas.
En el oriente, algunas comunidades dedicaban parte de su tiempo a
conseguir papagayos y guacarnayos que daban a los indígenas
del altiplano a cambio de textiles. Los muiscas destinaban las aves
al sacrificio y usaban las plumas para decorar santuarios o como adorno
personal. Muchas veces los españoles denominaron los templos
indígenas "casas de plumerías" y, aún
en 1595, los funcionarios de la corona encontraron que los habitantes
del altiplano persistían en el uso ritual de las plumas provenientes
de las tierras bajas.
El yopo, otro artículo asociado a prácticas rituales
que a los españoles les interesaba extirpar, era producido
en los Llanos orientales, donde su consumo parece haber sido generalizado.
Su demanda era corriente especialmente en el norte del territorio,
en donde, hasta bien entrado el siglo XVII, los españoles se
quejaron de que los indígenas lo seguían utilizando.
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El intercambio
de lo necesario
Respetando los patrones de trueque, los productos más solicitados
fueron las mantas y el algodón, intercambiables por prácticamente
cualquier artículo, especialmente sal, oro y alimentos excedentes.
El algodón provenía en su mayor parte del húmeda
piedemonte llanero, donde lo cultivaban algunas comunidades dependientes
de Sogamoso y Tota, indígenas teguas y de otros grupos colindantes.
Así mismo, el producto se podía conseguir en las partes
bajas y templadas de los ríos Garagoa, y Negro, términos
de Vélez, al noroeste del territorio, Subachoque, cuyos indígenas
lo cultivaban en tierra templada, y por conducto de panches y muzos.
El intercambio de mantas muiscas por algodón de los Llanos
Orientales parece haber sido común. Algunas poblaciones, como
Cuítiva e Iza, conseguían la fibra en esa región
y la llevaban al mercado de Sogamoso, donde la adquirían indígenas
del interior de la cordillera. En algunos casos, incluso, los múiscas
actuaron como intermediarios entre los Llanos y otras regiones; los
miembros del "cacicazgo" de Pisba, por ejemplo, cambiaban
loza en los Llanos, y con el algodón que les daban a cambio
hacían trueque con los taches. Por otra parte, textiles del
altiplano circulaban también por el territorio panche y muzo
hasta el curso medio del río Magdalena, aunque su acarreo no
parece haber estado a cargo de muiscas sino de indígenas de
otras etnias.
Después del algodón y las mantas, los artículos
más importantes en el trueque fueron el oro, la coca y la sal.
El oro provenía casi exclusivamente de territorio panche, donde
existían yacimientos auríferos de importancia, aunque
también se adquiría mediante intercambios con los muzos
y probablemente con los chitareros. Una vez en territorio muisca,
los indígenas hacían llegar el oro a todo; los "cacicazgos",
e incluso a los dominios de los teguas en el piedemonte y tierras
de los sutagaos, quienes lo conseguían en los mercados de Fusagasugá
y Pasca. Para los muiscas, al igual que para muchos grupos
indígenas que habitaban el país antes de la conquista,
la coca tenía gran significado ritual, lo cual la convirtió
en importante elemento de intercambio. Se cultivaba en las laderas
templadas y secas del río Chicamocha, donde los "cacicazgos"
de Soatá, Susacón y Chicamocha, sujetos a Duitama,
intensificaron su producción, incluso mediante sistemas de
riego. De esos lugares, la hoja llegaba a los mercados de Sogamoso,
Tunja, Beteitiva, Paipa y Duitama, donde se la intercambiaba por
oro y mantas. Algunas cantidades de coca, sin embargo, se producían
en el bajo valle del río
Garagoa, en el cual los indígenas de Somondoco y Súnuba
tenían cultivos, así como en el piedemonte llanero,
el valle bajo y templado del río Negro, territorio tegua
y las parcelas que dominaba Subachoque en la vertiente de la cordillera.
Por otra parte, los sutagaos, en el extremo sur del territorio,
y los laches, al norte, también producían coca y la
intercambiaban con los muiscas.
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El reinado de
los especialistas La sal también adquirió
gran valor en términos de trueque, no sólo por su
utilidad, sino por ser un recurso natural exclusivo de ciertas regiones,
dándose así un monopolio natural. Era evaporada a
partir de aguasal proveniente de fuentes situadas en Zipaquirá,
Nemocón, Tausa, Gachetá y Vijua, principalmente, las
tres primeras situadas en la sabana de Bogotá. Gachetá
era un cacicazgo dependiente de Guatavita, como Vijua lo era de
Tota. a explotación de la sal evidenciaba el nivel de especialización
a que llegaron los muiscas en su trabajo. Los individuos de los
cacicazgos que elaboraban la sal no se encargaban de su acarreo.
Este recaía sobre las comunidades que no disponían
de fuentes de aguasal, y su trabajo no se limitaba a transportarla
hasta cacicazgos como los de Ubaté, Cajicá y Cerinza,
que carecían de fuentes de aguasal, sino que la llevaban
a lugares tan alejados como Parnplona, Vélez, Tunja o Fusagasugá.
En otras ocasiones también intercambiaban la sal por recipientes
de cerámica. La producción más importante se
llevaba a cabo en Busbánzá, Pisba y Mona, tres "cacicazgos"
dependientes del cacique de Sogamoso; en Tutasá, sujeta a
Duitama, y en Ráquira, Tinjacá y Sutamarchán,
al noroeste del territorio. En cercanías de Bogotá,
se elaboraban vasijas en Soacha, Gachancipá, Tocancipá
y Sesquilé. Parte sustancial de las ollas de los dos primeros
sitios se llevaba a los centros productores de sal, pero también
llegaba a los mercados de Tunja, Pacho,y Fusagasugá. En el
norte del territorio, la loza se intercambiaba no sólo en
Tunja sino, igualmente, en Duitama y Sogamoso. Además, las
vasijas que fabricaban los muiscas podían llegar a territorio
de las etnias de las tierras bajas; los indígenas de Pisba
llevaban ollas a los Llanos para conseguir algodón, y los
de Cajicá iban a territorio pánche para realizar el
mismo tipo de trueque.
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Cuando el oro valía
leña
Actividad
muy usual de los miembros de las comunidades residentes cerca de Tunja,
era ir a esta población para conseguir oro a cambio de leña,
pero no está claro si antes de la llegada de los conquistadores
el intercambio de leña era necesario debido al agotamiento
de las fuentes locales en ciertos lugares del altiplano o si más
bien el proceso de erosión y escasez de árboles se inició
en el siglo XVI, con la conquista. La cal se utilizaba como reactivo
alcalino en la masticación de hojas de coca. Según la
información disponible, sólo los indígenas de
Cucunubá, en el norte de Cundinamarca, la producían,
aunque no se sabe con certeza de qué fuente extraían
el mineral. Probablemente se trataba de rocas calcáreas, puesto
que hoy en día abundan en la región correspondiente
al municipio de Cucunubá.
El principal yacimiento de esmeraldas se hallaba situado a un día
de camino de la sede del cacique de Somondoco, tal vez en el actual
municipio de Chivor. Resulta plausible, sin embargo, que los muiscas
conocieran y explotaran muchos de los afloramientos de esmeraldas
comunes que existen en la cordillera Oriental. En el momento de la
conquista, los miembros del "cacicazgo" de Somondoco conseguían
mantas, oro y cuentas de collar a cambio del producto.
Así mismo, las fuentes etnohistóricas indican que éste
llegaba a territorio panche y que algunas -comunidades muiscas adquirían
esmeraldas provenientes de los dominios de los muzos.
Las figuras de oro, especialmente las elaboradas en Guatavita, son
otro artículo cuyo intercambio está documentado, si
bien otros lugares del territorio muisca, como Pasea, parecen hacer
sido centros productores. Es probable, además, que obras de
la orfebrería del altiplano llegaran al valle del río
Magdalena y al occidente del país y que, en sentido contrario,
artículos de oro hechos por indígenas del litoral atlántico
se consiguieran en el altiplano.
El hallazgo en la cordillera Central de cuentas de collar hechas de
caracol o de concha marina indica que los muiscas adquirían
productos de procedencia costeña. En 1572, los indígenas
de Chuymite todavía afirmaban haber ofrendado cuentas de "Santa
Marta de las amarillas" en tributo al cacique de Sogamoso.De
acuerdo con la información disponible, las cuentas se intercambiaban
por esmeraldas y mantas. Además de cuentas, los muiscas conseguían
caracoles marinos completos, con el fin de utilizarlos como instrumentos
musicales, ofrendas o para extraer cal para acompañar la masticación
de hojas de coca.
En fin, cuando los españoles llegaron al altiplano cundiboyacense
encontraron una sociedad con una organización que permitió
una variada producción agrícola, la autosuficiencia
alimentarla y un complejo y floreciente sistema de intercambio en
ferias y mercados. Y fue precisamente esta sólida organización,
la que, en la dialéctica de la conquista, les abonó
el terreno a los españoles para lograr la rápida dominación
y subyugación de los autosuficientes cacicazgos muiscas.
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